Cuando una persona en silla de ruedas asiste a un cine, el cual ha sido recientemente remodelado, con salas de categoría «Premium», «que incluye boleterías exclusivas y un lounge privado con un servicio gastronómico de primer nivel» (según la prensa) se espera contar con al menos un espacio designado para una silla de ruedas y desde donde pueda compartir con su pareja o amigos (si!! en silla de ruedas también se casan, tienen amigos y carretean!). El cuento se hace breve cuando la persona ingresa a la sala, advertida de que tendrá que ubicarse en primera fila y dicha ubicación se encuentra ¡5 peldaños! más arriba del acceso. No existe ningún lugar donde ubicarse, cero accesibilidad! Explicaciones van y vienen y el grupo se retira post devolución del costo de la entrada. Fin.

Surgen las eternas preguntas que nos cuestan tanto responder. ¿Puede una empresa internacional darse el lujo de permitir una situación así? ¿El arquitecto habría cometido la misma omisión en un país desarrollado? ¿Nadie se acordó de que existen personas que simplemente no pueden caminar pero que viven, trabajan y se divierten exactamente igual que el resto? ¿Es tan fácil omitir las normas de construcción? ¿No se entiende que las normas tienen un sentido que es permitir el uso de los espacios a personas con movilidad reducida? ¿Nadie fiscaliza?

A estas alturas, después de quince años arrastrando el tema, sólo queda pensar que nos está faltando ética profesional y sobrando mediocridad. Al arquitecto, a la empresa, a quienes les cabía alguna facultad de otorgar permisos, etc. ¿Tendrá alguno de los involucrados directos el coraje de dar una respuesta?… o de corregir el error?

En quince años buscamos muchas respuestas a tanta dificultad por asumir la accesibilidad universal como una cuestión urgente y necesaria. Ya tenemos una respuesta clara, que apunta a la escasa calidad y ética de los profesionales y responsables de que estas situaciones sigan ocurriendo. Lugar: Sala Premium – Cine Hoyts – Parque Arauco Fecha: 01/05/2011